1. Las Guerras Genéticas.
Es el año 2360 del calendario terrano, y los habitantes de la que antaño se conociera como Tierra-ahora rebautizada Terra- han avanzado a pasos agigantados hacia una pujante era de progreso que permitió mejorar la calidad de vida de todos. En la actualidad, los viajes interplanetarios son tan habituales como en épocas pasadas lo fueron los desplazamientos dentro del planeta. Y el comercio y la colaboración con diversas civilizaciones extraterrestres contactadas en los últimos siglos, son actividades cotidianas que caracterizan la vida en el siglo XXIV.
Pero, el camino recorrido para llegar hasta este momento culmine de maravillas, no estuvo exento de dificultades, dolores y amargas lágrimas.
Durante el siglo XXI, la especie humana alcanzó un asombroso nivel de desarrollo tecnológico, dominando casi por completo la genética de la biomasa terrestre. En la década de 2030, los científicos lograron crear, a partir de diversos mamíferos, seres antropomórficos inteligentes combinando sus genomas con ADN humano. Estas nuevas criaturas llamadas “morfos” poseían una inteligencia casi igual a la humana, siendo un paso histórico en el camino de la ingeniería genética iniciada en el siglo anterior. Por desgracia, estos asombrosos avances no estuvieron acompañados por una evolución ética equiparable.
Inicialmente, los morfos fueron desarrollados para satisfacer necesidades prácticas de los seres humanos, tales como obtener mano de obra barata para diversas actividades económicas o bien, servir como empleados domésticos. En sociedades más decadentes incluso se les utilizó como esclavos sexuales. Asimismo, y debido a su natural fuerza física superior, no pasó mucho tiempo para que los morfos también fueran utilizados como soldados de guerra al servicio de la ambición humana, siendo parte de una creciente carrera armamentista que generó tensión planetaria.
Pese a ser criaturas dotadas de inteligencia, los morfos no fueron beneficiados con ningún derecho debido a su naturaleza no humana. En muchas regiones del mundo, se les trataba como ganado en condiciones de esclavitud. Incluso hubo países donde se les consideraba como una suerte de inteligencia artificial orgánica incapaz de experimentar sentimientos. Tal estado de oprobiosa discriminación, provocó que, paulatinamente fueran surgiendo grupos activistas defensores de los derechos de los morfos, cuyas protestas se tornaron cada vez más enérgicas, derivando finalmente en acciones de extrema violencia. De este modo, las sociedades humanas se polarizaron en posturas a favor y en contra de la libertad e igualdad de estas criaturas. Inevitablemente, la tensión interna en las diversas naciones, sumado al desmesurado aparato bélico mundial, desencadenó el estallido de conflictos que condujeron a la humanidad a un oscuro período de guerras mundiales sin precedentes.
La historia recordaría esta conflagración como las Guerras Genéticas, un conflicto de vastas proporciones que involucró al mundo entero y que se extendió durante toda la segunda mitad del siglo XXI. Grandes extensiones del planeta quedaron inhabitables o sus recursos inutilizables debido a la radiación de las bombas atómicas y otros agentes nocivos esparcidos durante el conflicto. Se perdieron miles de millones de vidas, tanto de humanos como morfos. La sociedad humana, tal como se conocía hasta principios del siglo XXI, quedó reducida a cenizas.
Tras el fin de la guerra en el año 2090, los supervivientes humanos y morfos, crearon el Gobierno Mundial de las Naciones Unidas de Terra para reconstruir los cimientos de la civilización. Reconocieron que necesitaban la colaboración de todos para lograrlo, tanto de humanos como de morfos, por lo que finalmente se concedió a estos últimos los mismos derechos que poseían sus creadores. Para fomentar la unidad, se adoptó el “terranglo”-una versión mejorada del inglés australiano- como idioma universal oficial. Al mismo tiempo, el mapa político mundial quedó reducido a un puñado de naciones independientes repartidas en los cinco continentes. La sociedad que emergió de las cenizas se propuso evitar que la ciencia provocara nuevas tragedias, estableciendo estrictas regulaciones, especialmente en genética.
Si bien surgió un amplio consenso tras la guerra sobre la imperiosa necesidad de aunar esfuerzos para restaurar la civilización, una ínfima porción de la humanidad persistió en su obcecada resistencia ideológica. Este grupo de individuos, mantuvo viva la creencia de que solo el hombre era depositario legítimo de la vida, al haber sido moldeado por la mano directa de Dios, considerando por ende a los morfos – y su descendencia – como meras abominaciones.
Esta facción radical, autodenominada H1 (humanos primero), defienden su doctrina con fanatismo, imponiéndola a través de acciones violentas que han perdurado a lo largo del tiempo, cobrando la vida de centenares de morfos inocentes hasta el día de hoy.
A pesar de los desastres previos provocados por el mal uso de la ciencia, la investigación genética continuó bajo estricta supervisión del nuevo gobierno mundial.
En el siglo XXII una emergente generación de científicos, creó con fines pacíficos, nuevas especies antropomórficas para ayudar en la reconstrucción, entre ellas los Chakats y los Skunktaurs. Sus talentos singulares y su conducta empática, les abrieron las puertas hacia un rol protagónico en la orquestación del renacer del mundo.
Ya entrado el tercer siglo, los anhelos de explorar el cosmos finalmente se materializaron con el desarrollo del revolucionario motor warp y la construcción de naves voladoras capaces de internarse en el espacio. De este modo, en el año 2135, se estableció el primer contacto con una civilización alienígena, los enigmáticos Caitianos, un hito trascendental que hizo comprender a los habitantes de Terra que ya no estaban solos en la vasta extensión del universo.
En las décadas subsiguientes, los exploradores espaciales toparían con los Voxxan, los Rakshani y otras razas alienígenas inteligentes cuya existencia hasta entonces solo se había especulado, hasta que en 2224 se sumó el descubrimiento del planeta de los Renzar. Estas inteligencias foráneas, ampliamente desarrolladas en conocimientos y avances tecnológicos, terminarían por confederarse en la Federación Estelar, una organización interestelar dedicada a preservar la paz y promover el progreso y bienestar de todas las civilizaciones que la conforman.
2. Los Chakats y los Skunktaurs.
Los chakats fueron creados en los albores del siglo XXII, por el matrimonio de genetistas Charles y Katherine Turner, bajo las nuevas reglas que regían la ciencia después de las guerras genéticas. Paralelamente, el doctor Bryan Curtis desarrolló a los skunktaurs, usando los mismos esquemas y principios básicos utilizados en la creación de los chakats.
En su labor, los Turner entretejieron hábilmente los genes del gato y el hombre, obteniendo como fruto un ser híbrido que fundía un cuerpo cuadrúpedo felino con un torso humanoide, emulando a los míticos centauros de la antigua Grecia. El torso tenía pechos femeninos y soportaba una cabeza igualmente felinoide. Los nombraron «chakats», en un gesto que aunaba los nombres de sus creadores: «Cha» de Charles y «Kat» de Katherine.
Los Turner dotaron a los chakats de habilidades únicas para adaptarse a diferentes ambientes, siendo extremadamente versátiles y eficientes en la exploración y colonización de nuevos territorios. En esa línea, y para asegurar el éxito de la especie, les otorgaron la capacidad de ser hermafroditas, albergando en un mismo ser las gónadas masculinas y femeninas necesarias para su reproducción eficaz.
En el plano psicológico, los chakats fueron moldeados con un profundo sentido empático que aseguraría la resolución pacífica de todo conflicto a través del diálogo y los acuerdos, en contraste con la belicosa naturaleza humana.
Usando los mismos esquemas básicos, el Dr. Curtis, creó a los skunktaurs combinando genes humanos y de mofeta con el objetivo de proveer a la nueva sociedad, criaturas versátiles y afines al trabajo. Al igual que los chakats, los skunktaurs son hermafroditas, pero con la particularidad de solo poder manifestar un sexo a la vez, alternando a voluntad entre la expresión masculina y femenina.
A diferencia de los Turner, el Dr. Curtis necesitó financiamiento externo para desarrollar su trabajo sobre los skunktaurs, viéndose obligado a venderlo a un grupo de empresas tecnológicas. Estas compañías, controladas por humanos ambiciosos, asumieron el control total del proyecto y se abocaron a la «producción» y refinamiento de los skunktaurs con fines muy distintos a los originales. Anhelaban poseer esclavos dóciles y sumisos que sirvieran como fuerza laboral barata a sus propósitos, repitiendo así el oprobioso patrón que siglos atrás había esclavizado a los primeros morfos.
Tres compañías diferentes asumieron la tarea de producir skunktaurs trabajadores de forma independiente. Para diferenciar sus respectivas creaciones, cada una introdujo una mutación genética específica que resultó en la aparición de una mancha en forma de pata en el lado derecho del torso. Cada empresa adoptó una mancha de color distintiva para identificar a sus trabajadores: rojo, azul y negro.
Con el objetivo de asegurar la sumisión total de los skunktaurs y eliminar cualquier atisbo de voluntad propia, se implementó un método drástico: la lobotomía química. Mediante la introducción de sustancias químicas en sus cuerpos, se anularon ciertas funciones neuronales, privándolos así de su capacidad de discernir y ejercer su libre albedrío. Este acto cruel, marcó el inicio de la producción en masa de la primera generación de skunktaurs, quienes se vieron forzados a una existencia totalmente subyugada a las órdenes de sus controladores.
Sin embargo, cuando salieron a la luz pública los detalles de la situación de esclavitud, los chakats, gobernantes de gran parte del mundo en esos momentos, consideraron intolerable la opresión y crueldad que sufrían sus primos, y actuando con decisión, acabaron física y financieramente con las tres compañías, liberando a los skunktaurs del yugo de la servidumbre el año 2223.
Para contrarrestar el efecto de la lobotomía química, los chakats recurrieron a un virus mutagénico que introdujeron en los skunktaurs, pero el daño infligido había sido tan grave que, aquellos primeros individuos, no pudieron recuperar por completo su inteligencia natural, permaneciendo en un estado mental similar al de un niño. Hubo que aguardar el nacimiento de la segunda generación de skunktaurs para presenciar los efectos beneficiosos de este virus mutagénico.
No obstante, y para sorpresa de todos, tanto los químicos utilizados por las empresas, como el virus introducido por los chakats para contrarrestarlos, tuvieron un efecto secundario inesperado en los skunktaurs: estimularon áreas dormidas de sus cerebros, despertando habilidades extrasensoriales. Los skunktaurs de pata roja desarrollaron la telepatía, los de pata azul, la telequinesis y los de pata negra, los viajes astrales. De esta forma, las nuevas generaciones se caracterizaron por ser trabajadores eficientes y entusiastas, que usaban sus poderes psiónicos para contribuir al avance de la sociedad de los chakats y de la Federación Estelar. Actualmente, el día de la liberación de los skunktaurs se celebra como una fiesta planetaria cada año en Chakona.
3. El Planeta Chakona
A comienzos del siglo XXIII, las especies creadas genéticamente en Terra, ya superaban con creces a la población humana, debido a la procreación natural. Como gozaban de plena autonomía, decidieron abandonar el planeta que los vio nacer y buscar un mundo propio para desarrollarse como sociedad, determinados a no repetir los errores de sus creadores.
Fue así que en el año 2237 se halló un mundo apto para la vida, orbitando la estrella enana amarilla Aquila RA. Tras una fase de exploración y minuciosa verificación, el planeta fue bautizado como Chakona, comenzando su colonización en 2257 y completando la migración a comienzos del siglo XXIV. Los chakats extendieron una cálida invitación a todas las especies creadas genéticamente para unirse a este nuevo hogar, incluyendo a sus primos skunktaurs, cimentando así lazos de hermandad y el sentido de pertenencia a un lugar común. Humanos y alienígenas de la Federación Estelar que anhelaban emprender una nueva vida, también fueron bienvenidos.
El primer asentamiento colonial dio origen a la ciudad de Amistad (nombre en idioma español), la capital del planeta. A medida que llegaban más colonos y la población de seres nacidos en Chakona se incrementaba, se fundaron nuevas ciudades en los distintos continentes, como Berdoovia, New Bletchely, New New York, Eucla City y muchas otras. Los laboriosos skunktaurs, por su parte, establecieron su morada en una serie de islas en la región septentrional, bautizadas como Archipiélago Skunktaur, convirtiéndolo en un pujante polo de desarrollo industrial y tecnológico.
En la actualidad, año 2360, Chakona es considerado la cuna natal de las nuevas generaciones de especies creadas en Terra, -chakats, chakat-kin y morfos-, que emigraron allí para desarrollar su propia cultura, alejados de los errores humanos. Y como mundo plenamente integrado por derecho propio a la Federación Estelar, Chakona ha comenzado a ganar un lugar preponderante, no solo debido a la singularidad de su sociedad, sino también, por su aporte científico y tecnológico a la comunidad de mundos en esta parte del universo.
Para los visitantes e inmigrantes de Terra o de cualquier otro planeta federado, Chakona es un mundo atractivo, tanto por sus paraísos naturales inexplorados, como por la calidez de su gente. Sus habitantes, -mayormente chakats, chakat-kin y morfos de diferentes especies, junto con alienígenas de los distintos mundos y una menor proporción de humanos-, han desarrollado una sociedad en completa armonía con el medio ambiente, rica y diversa. Cuentan con tecnología de vanguardia, universidades de prestigio, infraestructura soberbia, y una organización social envidiable, donde nadie es excluido y todos aportan al bien común conforme a sus talentos e intereses.
Chakona, en el siglo XXIV, es el sueño hecho realidad más cercano al paraíso que alguna vez las mentes más conscientes de la humanidad vislumbraron construir en la Tierra.